miércoles, julio 07, 2004

ÉOWYN ZIRBÊTH

Cuando me decidí a entrar en la Sociedad Tolkien, di por supuesto que el pseudónimo Éowyn estaría más que cogido. No sabía por entonces que no hay (al menos ahora) problema en que dos personas tomen el mismo nombre si se trata de aquellos que han sido creados por el profesor. Otra cosa es si te creas tu propio pseudónimo echando mano de tus conocimientos (o la ayuda de alguien en esos conocimientos) y buscando un significado especial para ti.

Así que, dado que pensaba que seguro que ya habría alguien con ese nombre, pedí ayuda a alguien para hacerme mi pseudónimo. Y tenía, además, otro motivo, y es que al principio quería ser una elfa. O, mejor dicho, no tenía muy claro a que raza quería pertenecer. Así que, en principio, con ayuda de otro socio, me llamé Lorinde, que significa soñadora. Pero, al poco, me enteré de que, en efecto, había habido una Éowyn, pero que ya no estaba en la Sociedad, así que me puse en contacto con Baya de Oro y le pedí ser la Éowyn de la Sociedad Tolkien Española.

Justo en esa misma fecha, otra chica pidió llamarse Éowyn y, tras ciertas conversaciones en la lista soctolkien, yo decidí llamarme Éowyn Lorinde y ella se buscó otro nombre, élfico creo.

Más adelante y ya sumergida de lleno en el smial de Númenor, tuve tiempo de reflexionar y llegué a la conclusión de que soy humana, y no elfa como pensaba en un principio. Y no sólo humana, sino numenoreana. Así que Nimirûkhôr me regaló mi segundo nombre, Zirbêth.

Pero, ¿por qué Éowyn Zirbêth? Me parece que tenía 15 años a primera vez que me leí El Señor de los Anillos. Fue un muy mal momento para leerlo, pues había tenido una discusión muy gorda en casa, a consecuencia de la cual estuve castigada una buena temporada. Así que, rabiosa y muy alterada, me encerré en mi habitación y me pasé leyendo toda esa tarde y toda la noche siguiente, pero en un estado que, la verdad, lo mismo me hubiese dado leerme la guía de teléfonos.

Sin embargo, es imposible permanecer imperturbable ante ciertos pasajes ni siquiera cuando estás en tal estado de nervios. Así que, pese a todo, en mi memoria quedaron retenidos ciertos pasajes y nombres: Gandalf y su caída con el Balrog, Ellalaraña y la lucha desesperada de Frodo y Sam, Bárbol y los ents, y Éowyn. La hermosa y valiente Éowyn, enamorada de Aragorn, rechazada y dejada atrás por el simple hecho de ser mujer. Éowyn luchando contra su destino y matando al Rey Brujo. Éowyn, que casi muere en el campo de batalla pero se recupera para encontrar la felicidad más allá de la pérdida y el amor más allá de la esperanza.

Es el personaje menos desarrollado de todos salvo, quizás, Arwen. Y, sin embargo, es tan fuerte, indomable y hermosa. Supongo que ella es todo lo que siempre he querido ser y, a la vez, lo que preferiría no ser. Pues, como Éowyn, siempre pongo mis ojos en aquél que no puede amarme y sigo el camino más solitario, aunque en realidad no quiera estar sola.

Eso es. Éowyn es quien más sola está de todos los personajes. Pero siempre sigue su camino y jamás se rinde.
Zirbêth es mi nombre numenoreano, un hermoso regalo que siempre atesoraré y que dice algo de mí que no dice Éowyn. Significa “la que ama la Historia”, “la que ama los cuentos” o “la que amas las historias de amor”. Cómo tantas otras cosas en mí, expresa un anhelo más que una realidad. Me gusta la Historia, me gustaría algún día dedicarme a estudiarla de modo profesional. Pero me gusta más contar cuentos, que me los cuenten, leerlos, escribirlos. Quien me regaló ese nombre sabía eso de mí.